A lo largo de nuestra historia el
tejido ha sido la base fundamental de nuestra esencia, ya que según cuenta la
historia, su origen da a lugar con "wolunka
o waleeket", una mujer indígena que no contaba con ningún atractivo y estaba
enamorada de un hombre, para acercarse a él le pidió trabajo y estadía ayudando
en las labores de tejido de la familia.
Los primeros hilos de piel de
oveja que recibió se los comió sin que nadie se diera cuenta y en las noches se
transformaba en una hermosa dama llamada WAREKER, a quién le salían de la boca
hilos para tejer de colores vivos, con los que fabricaba muchas mochilas con
figuras de animales y símbolos que representaban las diferentes castas de la
comunidad indígena. La mujer conquistó el corazón del pastor wayuu, después de
ser descubierta elaborando las hermosas mochilas en la madrugada.
Desde entonces la elaboración de artesanías por
parte de colectividades indígenas wayuu, ha sido de mucha preeminencia en pueblos
nativos de América Latina, su producción en la comunidad Wayuu ha sido una
costumbre habitual, podríamos decir que ancestral convirtiendo esta práctica en
una forma de adquirir ingresos para el sustento de las familias para cubrir sus
necesidades básicas de subsistencia.
Para Cardini (2012), expresa que
hablar de artesanía supone, a su vez, una peculiar forma de producción que
deviene en objetos con características de mixtura, por el tipo de producción
manual está caracterizada por ser vehículo de múltiples significados
culturales, históricos y de pertenencia grupal, que la disparan más allá y más
acá de su carácter de mercancía que circula en distintos espacios de
comercialización. Por esta razón nuestras artesanías tienen ese valor cultural, histórico y ancestral algo sagrado que tiene nuestra cultura wayuu.
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